miércoles, 27 de febrero de 2013

No todo le llegó tarde a Julio Flórez. Desagravio público al poeta. Por Jotamario Arbeláez. Bogotá, 26 de Febrero de 2013.

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JULIO FLÓREZ

1867 - 1923 

Memoria y Homenaje 

de NTC ...

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de su coronación y muerte

Enero 14 y Febrero 7 de 1923
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Aniversario  en el año 2013


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Desagravio público al poeta.
No todo le llegó tarde a Julio Flórez
Por Jotamario Arbeláez
Texto leído por el autor en el homenaje al poeta realizado el 26 de Febrero de 2013 en el Parque Julio Flórez en Bogotá, 90 aniversario de su muerte.

NTC ... agradece al autor el envío del texto y la autorización para publicarlo. 
Fotografía tomada de El Heraldo (Barranquilla), Febrero 26, 2013 
Si el poeta Julio Flórez no hubiera alcanzado en vida –así fuera en artículo mortis– el timbre de gloria que suponía la corona que lo consagró “poeta nacional”, impuesta por el gobierno del general Ospina en su casa de Usiacurí, donde llegaron 163 carros oficiales y multitud de estudiantes, vagos, trabajadores y campesinos que lo aclamaban;
si no hubiera fundado y regentado el primer parnaseadero de nuestra patria, La Gruta Simbólica, originado cuando para burlar una ronda de soldados que iba a llevárselos por violar la queda pidió refugio con sus amigos en casa del pretendido médico Rafael Espinosa, que se convertiría en anfitrión, por casi un quinquenio, de cerca de setenta vates al son de tiple, bandola y guitarra;   
si por sugerencias de Palacio, como ocurrió con García Márquez, para no ser detenido dada su leyenda de sacrílego, blasfemo y apóstata y por incurrir en poemas tan comprometidos como comprometedores, no hubiera mordido el exilio, errante por Venezuela y Centroamérica hasta México, circunstancia que ya le implica una victoria a su rebeldía, para empezar;
si en consideración de su meritorio desempeño poético allende las fronteras antecediendo a Barba-Jacob, no hubiese sido nombrado diplomático en España por su mismo perseguidor el presidente Reyes, y si en ese exigente país, donde se dice que las vacas mayores lo consideraron poéticamente como un “buen hijo”, no hubiera publicado dos de sus libros principales;
si no hubiera sido invitado a París a recitar su versos en la sede de la embajada el 20 de julio de 1908 y con otros malditos en ceremonia íntima ante la tumba del soldado desconocido y en el Père Lachaise;
si con sus letras letales no se hubieran entonado tantas canciones por los más afamados intérpretes del continente, comprendida Libertad Lamarque para reforzar la esclusa del llanto;
si no hubiera sido traducido a más de treinta idiomas, entre ellos, según las malas lenguas, al sueco, al chino, al serbio y al lituano;
si no hubiera sido considerado la imagen viva del poeta por excelencia como han querido ser tantos y no han podido, y como tal recibido en las estaciones de los pueblos por muchedumbre enamoradas;
si por su estampa decadente de seductor con atusados mostachos y su aura trovadoresca no se le hubiesen ofrendado y entregado tantas virtudes conservadas en sus estuches virginales –como lo hacían en Europa con Lord Byron y a su manera con Oscar Wilde– y no se hubiese mantenido en sus 13 de no arrostrar romances pesarosos pues en esas meriendas prefería comportarse como poeta de un solo polvo, y pies en polvorosa, como se dice;
si no hubiera ido a buscar las aguas termales y medicinales de Usiacurí, al pie de las cuales encontraría el amor cálido y saludable de la bella colegiala Petrona de 14 años que le daría 5 hijos en el término de diez años;
si para pagar los gastos de la fama no hubiese tenido que acudir a oficios que no tenían que ver con la pluma sino con el azadón, para indignación de rivales intolerantes que lo acusaron de entregarse a actividades burguesas; 
si no hubiera despertado tal entusiasmo capitalino recitando sus poemas en el Teatro Colón que casi se desmorona con los aplausos, cuando la celebración del centenario de independencia; 
si hubiera pasado desapercibido en el tiempo que le fue dado, como pasa con casi todos los poetas que nos hemos cebado atacándolo, estaríamos en este mismo sitio, página y hora haciendo el reclamo por la injusticia que habría cubierto al vate chiquinquireño y de Usiacurí, al “Divino Flórez”, como lo distinguía su admirador y protector Guillermo Valencia.
Quiere decir que no todo le llegó tarde a don Julio Flórez. Los que hemos llegado tarde somos nosotros, a sacar la cara por quien fuera el más grande cantor de la muerte que haya parido nuestra poesía, y que por lo mismo debe ser considerado el cantor mayor de Colombia, cuya  audiencia de acostados es incontable.
Hay que señalar como cosa rara que los únicos críticos del poeta Julio Flórez de unos años a esta parte son los poetas, quienes se resienten porque no escribiera como escriben ellos noventa años después de que la pelona que fue su musa le ayudara a estirar las patas.
No sé por qué lo repudian –entre ellos con la mayor tirria Gonzalo Arango y Fernando Garavito, hoy ya huéspedes del gusano–, como necrófilo y carroñero, cuando Poe su maestro no salía de una cripta y Silva su amigo permaneció encriptado en la Casa Silva entregado al culto necrofiliómano.
He visto a muchos quejosos de la cursilería sensiblera y de la corona de Flórez coronando reinas y pregonando que un poeta no tiene por qué ser ensalzado y buscando publicar en la prensa su discurso de coronación abrazando a la soberana. 
Que Flórez ya no le dice nada a la juventud, continúan alegando, y hay que ver lo joven y guapa que es Liz Maldonado, Liz del Mar, además de suprema soprano que alberga en su garganta la voz lírica del bardo inmortal, y quien actuando en representación de la Casa Museo Julio Flórez de Usiacurí, se propone rescatar su memoria de entre los  muertos que cantó mientras tuvo lira, y ponerlo de presente entre los jóvenes –no para que escriban como él sino para que sepan quién era y cómo supo ser uno con su palabra–, y entre los viejos que vamos quedando vivos mientras huye la tarde. Y hay que ver en este homenaje a cerca de cien lindas Petronas con su vistoso uniforme de colegio, que nos recuerda a los que exhiben en los sex-shops.
Finalizando los años 60, por este parque circulamos los hippies, llamados “los niños de las flores” fumando cannabis, para conjurar que algo muriera en nosotros todos los días.
Y como para burlar a la policía este busto de Julio Flórez nos servía de caleta, gracias, poeta.  
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FOTOGRAFÍAS

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Tomada de El Heraldo impreso. Febrero 27, 2013. Ver la página completa al final. 

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El Heraldo impreso. Febrero 27, 2013. 

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NTC ... ENLACES  relacionados

Siempre flores para el poeta Julio Flórez. El Heraldo. Febrero 26, 2013. Barranquilla. Homenaje en Bogotá.

http://julio-florez-ntc.blogspot.com/2013/02/siempre-flores-para-el-poeta-julio.html

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*** 28 de febrero, 2013,  Cali, 6:00 pm.

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Julio Flórez.  Homenaje Memoria del Poeta, JULIO FLÓREZa los 90 años de su coronación (Enero 14, 1923) y su muerte (Febrero 7, 1923).  

Leerán algunos de sus POEMAS los poetas directivos de la Fundación. 
Presentación del aniversario y del Poeta por Gabriel Ruiz, de NTC ... 
Acto musicalVersiones musicalizadas de poemas de Julio Flórez
Obsequio de libros  de libros de él y sobre él. 

con el apoyo del Centro Cultural Comfandi y de  NTC … . 
Lugar: Centro Cultural Comfandi, calle 8 No. 6-23,  piso 3.  
Copa de vino. (Parqueadero).  Entrada libre. 
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marzo 03, 2013


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VIDEO: 


Imágenes tomadas por NTC ... del video: 


de CanalCapitalBogota . Noticias Capital 12:00 m. febrero 26 de 2013 Se cumplieron 90 años del fallecimiento de Julio Flórez,uno de los poetas más ...




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JULIO FLÓREZ

1867 - 1923 

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Siempre flores para el poeta Julio Flórez
Por César Muñoz Vargas
Inicio
Barranquilla, Febrero 26, 2013. 11:21 Pm

El poeta Jotamario Arbeláez leyó una exaltación a Julio Flórez frente a su monumento,
ubicado en la carrera séptima, en Bogotá.

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Rompiendo la fría brisa de una mañana bogotana, de índigos y cenizos, corrieron de nuevo los versos del poeta Julio Flórez. Se tejieron en la memoria de Luz Marina y Carmen Alicia, sus nietas; en la exaltación de Jotamario Arbeláez; en la interpretación melódica de Mis flores negras, que hiciera la soprano barranquillera Liz del Mar.

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Noventa años después de la muerte del último romántico, los adolescentes que acuden al colegio que lleva su nombre, lo estudian, lo honran e intentan descifrar desde su bisoñez la dimensión de la obra poética.

También asistieron Claudio Salguero, la exministra de Cultura Elvira Cuervo y el periodista y crítico literario Plinio Apuleyo Mendoza, entre otras personalidades, que en representación de la sociedad que no puede olvidar, asistieron a un encuentro en el que no sólo Bogotá, sino todo un país deben encauzar la importancia del poeta y de la función de la Casa Museo Julio Flórez para que las nuevas generaciones lo entiendan, y para que quienes se inician en las letras lo tengan como uno de los principales referentes de la poesía colombiana.
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El acto, solemne y sobrio, más allá de disponer una ofrenda floral, cargaba la intencionalidad de recordarle a Colombia la trascendencia del maestro nacido en Chiquinquirá (Boyacá) y muerto en Usiacurí (Atlántico), que en la genialidad de su estilo, criticó las distintas realidades de la Colombia de su época, una nación que, más hoy, le daría todos los motivos para escribir de la magistral manera como lo hizo.

Nació en Boyacá, y murió echando raíces en el Caribe. Pero a donde quiera que iba daba cuenta de lo que pasaba, de las injusticias, de la opresión, de las guerras que no lo dejaron terminar sus estudios en Bogotá y que incluso lo forzaron a irse fuera del país, no por voluntad propia , sino por sugerencia de un presidente que lo persuadió para que marchara lejos, porque la sociedad lo veía como un sacrílego o un irreverente.

Después de haber trasegado por Venezuela y varios países de Centroamérica, el poeta Julio Flórez regresó al país para refugiarse en la cura de las aguas medicinales de Usiacurí y en el amor de la mulata Petrona, una colegiala nativa que le dio hijos y motivos. El maestro encontró el amor, pero le escribió a la muerte, porque la veía a cada momento, porque la sufrió en su familia o porque la padecían los campesinos, los desarraigados o los que pensaban distinto.

Liz del Mar entona: “Oye bajo las ruinas de mis pasiones, en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvo de ensueños y de ilusiones, crecen entumecidas mis flores negras”. Los colegiales se quedan impávidos, los invitados de honor escuchan en silencio y lo asistentes se entrecruzan las miradas. ¡Cuántas verdades en unos pocos versos!, parecieran expresar con sus musarañas, mientras la soprano continúa la interpretación.

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Noventa años han pasado desde que el maestro chiquinquereño sucumbió a los rigores de una enfermedad, pero los motivos que lo inspiraron parecieron recrudecerse en este tiempo y siguen tan vigentes como en los primeros años del siglo pasado, cuando en el cénit de su poemario publicó ‘Cardos y lirios’, ‘Cesta de lotos’, ‘La araña’, ‘Idilio eterno’ o ‘Mis flores negras’, las mismas a las que el maestro Emilio Murillo les puso melodía y que en la mañana del homenaje brotaron por los rincones del parque de la calle 60 con carreta séptima en Bogotá.

Y el legado del maestro, aún más en letras de molde, cuando el poeta Arbeláez lo ambientó en su estilo sublime e intrépido, propio de los bardos que no se espantan por los prejuicios de la sociedad que en su ingratitud sigue multiplicando las razones para que los avanzados de las letras y el pensamiento, como lo fuera Julio Flórez Roa, la retraten sin recatos ni consideración.

Por César Muñoz Vargas
Twitter: @Sde177segundos
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El Heraldo impreso. Febrero 27, 2013. 

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*** 28 de febrero, 2013,  Cali, 6:00 pm.

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Julio Flórez.  Homenaje Memoria del Poeta, JULIO FLÓREZa los 90 años de su coronación (Enero 14, 1923) y su muerte (Febrero 7, 1923).  

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Julio Flórez 1867-1923. Por Harold Alvarado Tenorio. Ajuste de cuentas, una antología critica de la poesia colombiana del siglo XX.

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JULIO FLÓREZ

1867 - 1923 

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A propósito de: Julio Flórez, a  90 años de su coronación y muerte (1923).

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Julio Flórez
1867-1923




NTC ... agradece al autor por el envío del texto y por la autorización para publicarlo*

Julio Flórez (Chiquinquirá, 1867-1923) fue hijo de uno de los presidentes del Estado Soberano de Boyacá y aún cuando estudió algunos años de primaria en su pueblo, a mediados de 1881 la familia se trasladó a Bogotá porque su padre había sido elegido Diputado en la Cámara de Representantes. Ingresó al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, pero por causa de las guerras civiles tuvo que interrumpir sus estudios y desde entonces de vinculó a la vida bohemia que llevaban los intelectuales disidentes. Flórez  no hizo estudios de lenguas, ni conoció el latín y el griego y menos leyó en los clásicos de esas culturas. Para 1886 varios de sus poemas habían sido incluidos en una antología de José María Rivas Grott: La lira nueva, pero ya hacía varios años que el vate había abandonado la casa familiar y se había ido a vivir con su hermano Leónidas, que tenía, según se ha afirmado, una excelente biblioteca donde Flórez habría recibido alguna ilustración. En 1883 Leónidas fue herido de bala durante una manifestación partidista y moriría años después por causa de ello. Un año después, el 4 de Junio de 1884, su amigo, el poeta negro Candelario Obeso se quitaría la vida al sentirse marginada e incomprendido, y fue Flórez, quien con encendidos versos le dio sepultura. Tras la muerte de su hermano, viviría en exclusivo de su poesía y la música, sufriendo, como todos los del gremio, soledad y hambres, apenas atenuadas por sus numerosas aventuras amorosas. Se dice que antes de finalizar el siglo XIX Flórez había logrado cierta estabilidad emocional y económica y que su presencia era bienvenida en variados círculos de la capital de Colombia. Era amado, envidiado y odiado. Poeta liberal, Flórez defendió con su pluma las ideas del partido y a sus líderes y por ello fue perseguido y encarcelado. Las mujeres lo adoraban y los poetas jóvenes venían de diversas partes del país a verle, con su lánguida figura de bohemio enfundada en un negro gabán y su pálido rostro para oírle cantar acompañado de la guitarra, el violín o el piano, en cantinas como la de Pacho Angarita o La Botella de Oro y La Gran Vía. Por algo era el autor de  Mis flores negras y del poema nacional Boda negra, que en serventesios endecasílabos retrata la visita que hace un enamorado a la tumba de su amada por boca del enterrador del cementerio.  


Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
era un amante a quien por suerte impía
su dulce bien le arrebató la parca.

 Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de la hermosa;
la gente murmuraba con misterio:
es un muerto escapado de la fosa.

 En una horrenda noche hizo pedazos
el mármol de la tumba abandonada,
cavó la tierra... y se llevó en los brazos
el rígido esqueleto de la amada.

 Y allá en la oscura habitación sombría,
de un cirio fúnebre a la llama incierta,
dejó a su lado la osamenta fría
y celebró sus bodas con la muerta.

 Ató con cintas los desnudos huesos,
el yerto cráneo coronó de flores,
la horrible boca le cubrió de besos
y le contó sonriendo sus amores.

 Llevó a la novia al tálamo mullido,
se acostó junto a ella enamorado,
y para siempre se quedó dormido
al esqueleto rígido abrazado.

(Ver NTC ... nota, al final, sobre la autoría de este poema)

Bajo la dictadura de Rafael Reyes lograron alejarle del país, enviándole a Europa con un cargo diplomático. Cuatro años tardó en llegar a España. Primero estuvo en Caracas, donde publicó Cardos y Lirios (1905); luego en Cuba y México, donde dicen que el dictador Porfirio Díaz le invitaba con frecuencia a su despacho. En mil novecientos ocho llegó, por fin, a Madrid, donde departió y conoció a Emilia Pardo Bazán, Francisco Villaespesa, Rubén Darío, José Santos Chocano, José María Vargas Vila y Amado Nervo.

En mil novecientos diez volvió Flórez a Colombia, atacado de «dispepsia nerviosa y hepática», es decir, paranoico y alcoholizado. Como traía algún dinero, ganado en sus múltiples recitales, tras las aguas medicinales, sulfurosas y ferruginosas de Usiacurí, un municipio cercano a Barranquilla, contrajo matrimonio con una colegiala de catorce años, Petrona Moreno Nieto, compró más de cien vacas lecheras, varias casas, y puso una venta de lácteos en Barranquilla, donde iba cada año a recitar en los Teatros Municipal y Cisneros, acompañado de sus cinco hijos: Cielo, León, Divina Alegría, Lira y Hugo. Trece años vivió allí el vate.   Según ha relatado Gloria Serpa,  su más conocida biógrafa, una rara enfermedad deformó su rostro y le afectó el cerebro y el habla, situación que aprovechó la jerarquía eclesiástica y política para “reeducar” al reacio poeta, quien ante la posibilidad de que sus hijos fueran desheredados por haber nacido fuera del matrimonio católico que consagraba el Concordato de 1887, aceptó confesarse, comulgar, contraer matrimonio y bautizar los críos. Ante tales muestras de arrepentimiento, la sociedad colombiana, en la misma cabeza del presidente ultraconservador General Pedro Nel Ospina, decidieron coronarle poeta nacional, actos que se llevaron a cabo en Usiacurí a donde llegaron el 14 de Enero de 1923, un mes antes de su muerte, las más altas y encumbradas personalidades del gobierno y la cultura en casi dos centenares de automóviles y tras ellos multitudes de campesinos, trabajadores y estudiantes.

La popularidad de la poesía de Flórez solo vino a menguar bajo el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, cuyas élites encontraban vergonzosa una poesía herética y mórbida, que celebra y lamenta la tristeza, la muerte, las amadas idas, desagradecidas y embusteras y rinde perpetuo homenaje a la madre. 

¡Oh, poetas!,  es un buen punto de partida para leer la obra de Flórez. Los poetas, según el texto, son unos seres cansados de la vida, pálidos, tristes, ceñudos, cobardes, que van por el mundo sin rumbo, atrapados por las dudas, padeciendo dolor pues no existe la virtud sino el llanto, la miseria, el deshonor y el crimen. Ante tal situación, Flórez reclama:


Dejemos las endechas
empalagosas, vanas y sutiles:
no más flores, ni pájaros ni estrellas…
es necesario que la estrofa grite.

Nuestra misión es santa:
no malgastemos en estrofas tímidas
la sacra inspiración que en nuestras frentes
arde con lampos de gloriosos fines.

Poeta es quien se solidariza con el pueblo, y el poema debe colaborar en la destrucción del mal; dar aliento y virtud, y castigar el crimen. El poeta debe elevar su voz a fin de derrocar las tiranías; destruir los jueces venales y abolir la pena de muerte:

Hagamos —implacables y orgullosos—
si queremos ser grandes y ser libres,
un ramal con las cuerdas de la lira
para azotar con él a los serviles.

Que a nuestra voz desciendan
de lo alto, los míseros reptiles:
todos, todos los déspotas del mundo,
todos, todos los Judas y Caínes.
..........................................
Hondo desprecio y pena
para los jueces que la ley infringen;
para el cadalso, horripilante pulpo
que hace de sangre y llanto sus festines.

Si hubo en la mente de Flórez una «estética», tiene que estar en este poema: combatir y no contemplar, poesía militante, declamada y cantada en las fondas y cantinas de un país que agonizaba bajo el fuego de los fusiles enviados por Valencia desde Europa. El poeta de La Gruta Simbólica se solidarizaba, desde su romanticismo, con las angustias de sus paisanos mientras modernos, parnasianos o simbolistas, se acogían, a la torre de marfil.

Los poemas de Flórez que superaron la melancolía de su tiempo fueron publicados, quizá escritos también, en los primeros años de este siglo, posiblemente en España y los países que visitó en sus viajes de ida y regreso a Colombia. Esa época ofrece textos filosóficos, donde piensa más que lamenta. Epígono del romanticismo, Flórez padece el conflicto entre su personalidad y el mundo que presencia. El yo liberal quiere un mundo sin trabas ni preceptos.  La realidad es ruina y mezquindad. El choque entre el mundo soñado y el real termina por recluir al poeta, por aislarlo de los otros. La respuesta será blasfemia, impureza, sentimentalismo y lloro.

Sus desplantes y la bohemia finisecular, eran respuesta al difícil clima social que vivía el país después del triunfo de la Regeneración y que concluiría con la dictadura de Reyes. En esos últimos años del siglo, Flórez alcanzó la popularidad que todavía le recuerda. Sus borracheras, serenatas, improvisaciones, visitas al cementerio, amantes engañadas, representaban el sentimiento nacional de un partido político, sometido a la destrucción de su concepto de nación, mediante la guerra y la sistemática destrucción de su ideología. Como los malditos del Segundo Imperio, las gentes progresistas, los intelectuales liberales, los artesanos y vastos sectores sociales vivían un continuo desengaño y amaban más la muerte que la vida. La muerte, los cadáveres, las pestes, la miseria, y un futuro hediondo a carroña, eran los recuerdos y el presente de sus vidas.


A mi madre
 
Todavía el dolor ara en su frente;
se humedecen sus ojos todavía;
sus ojos ¡ay! donde también el día
radió como en las cumbres del oriente.
Huyen las tempestades de mi mente
cuando los dedos de su mano fría
se hunden, temblando, en la melena mía
y amorosos la erizan blandamente.
Ella es el astro de mi noche eterna:
su limpia luz en mi interior se expande
como el lampo de sol en la caverna.
¡Yo la adoro! La adoro sin medida,
con un amor como ninguno, grande;
¡grande a pesar de que me dio la vida!


A mis críticos

Si supierais con qué piedad os miro
y cómo os compadezco en esta hora.   
En medio de la paz de mi retiro
mi lira es más fecunda y más sonora.
 
Si con ello un pesar mayor os causo
y el dedo pongo en vuestra llaga viva,
sabed que nunca me importó el aplauso
ni nunca me ha importado la diatriba.
 
¿A qué dar tanto pábulo a la pena
que os produce una lírica victoria?
Ya la posteridad, grave y serena, 

al separar el oro de la escoria
dirá cuando termine la faena,
quien mereció el olvido y quien la gloria.


El bogotano

Correcto en el vestido;  por su semblante
nunca pasa una sombra de duelo insano:
así va por las calles el bogotano,
siempre fino y alegre, siempre elegante.

Entre amigos y damas luce el chispeante
ingenio, que derrocha cortés y llano;
y como es un modelo de cortesano,
amáis… a la ligera: por ser galante.

Al hundirse en el lecho tras el quebranto
de una noche de danzas y de emociones,
se apodera de su alma cruel desencanto,

y mira, entristecido, por los rincones
del oscuro cerebro, vagar, en tanto,
deshonadas y mustias sus ilusiones.

Mis flores negras

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
entre polvos de ensueños y de ilusiones
yacen entumecidas mis flores negras.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos, auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos;
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces, cual los helechos
en las húmedas grietas de las montañas.

Ellas son tus desdenes y tus reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son, por eso, tan negras como las noches
de los gélidos polos, mis flores negras.

La araña


Entre las hojas de laurel, marchitas,
de la corona vieja,
que en lo alto de mi lecho suspendida,
un triunfo no alcanzado me recuerda,
una araña ha formado
su lóbrega vivienda
con hilos tembladores
más blancos que la seda,
donde aguarda a las moscas
haciendo centinela
a las moscas incautas
que allí prisión encuentran,
y que la araña chupa
con ansiedad suprema.

He querido matarla:
Mas... ¡imposible! Al verla
con sus patas peludas
y su cabeza negra,
la compasión invade
mi corazón, y aquella
criatura vil, entonces,
como si comprendiera
mi pensamiento, avanza
sin temor, se me acerca
como queriendo darme
las gracias, y se aleja .
después, a su escondite
desde el cual me contempla.

Bien sabe que la odio
por lo horrible y perversa;
y que me alegraría
si la encontrara muerta;
mas ya de mí no huye,
ni ante mis ojos tiembla;
un leal enemigo
quizás me juzga, y piensa
al ver que la ventaja
es mía, por la fuerza,
¡que no extinguiré nunca
su mísera existencia!
En los días amargos
en que gimo, y las quejas
de mis labios se escapan
en forma de blasfemias,
alzo los tristes ojos.
a mi corona Vieja,
y encuentro allí la araña,
la misma araña fea
con sus patas peludas
Y su cabeza negra,
¡como oyendo las frases
que en mi boca aletean!

En las noches sombrías
cuando todas mis penas
como negros vampiros
sobre mi lecho vuelan,
cuando el insomnio pinta
las moradas ojeras,
y las rojizas manchas
en mi faz macilenta,
me parece que baja
la araña de su celda,
y camina y camina...
y camina sin tregua
por mi semblante mustio
hasta que el alba llega.
¿Es compasiva? ¿Es mala?
¿Indiferente? Vela
mi sueño, y, cuando escribo,
silenciosa me observa.
¿Me compadece acaso?
¿De mi dolor se alegra?
¡Dime quién eres, monstruo!
¿En tu cuerpo se alberga
un espíritu? Dime:
¿Es el alma de aquella
mujer que me persigue,
todavía, aunque muerta?
¿La que mató mi dicha
y me inundó en tristeza?

Dime: ¿Acaso dejaste
la vibradora selva,
donde enredar solías,
tus plateadas hebras,
en las obscuras ramas
de las frondosas ceibas,
por venir a mi alcoba,
en el misterio envuelta,
como una envidia muda,
como una viva mueca?
¡Te hablo y tú nada dices,
te hablo y no me contestas!
¡Aparta, monstruo, huye
otra vez, a tu celda!

Quizás mañana mismo,
cuando en mi lecho muera,
cuando la ardiente sangre
se cuaje entre mis venas
y mis ojos se enturbien,
tú, alimaña siniestra,
bajarás silenciosa
y en mi obscura melena
formarás otro asilo,
formarás otra tela,
sólo por perseguirme
¡hasta en la misma huesa!

¡Qué importa!... nos odiamos,
pero escucha: no temas,
no temas por tu vida,
¡es toda tuya, entera!
¡Jamás romperé el hilo
de tu muda existencia!
Sigue viviendo, sigue,
pero... ¡oculta en tu cueva!
¡No salgas! ¡No me mires!
No escuches más mis quejas,
ni me muestres tus patas,
¡ni tu cabeza negra!...
Sigue viviendo sigue,
inmunda compañera,
entre las hojas de laurel marchitas
de la corona vieja,
que en lo alto de mi lecho suspendida
¡un triunfo, no alcanzado, me recuerda! 


La neutralidad

Los neutrales… ¿Con qué dignas razones
del Gran Conflicto explicarán su ausencia,
si hoy la neutralidad de las naciones
solo es miedo, egoísmo y conveniencia?

Hoy la neutralidad es un sarcasmo,
una injuria velada a la justicia;
es la complicidad hecha marasmo
en pro del desenfreno y la codicia.

Cuando se trata de salvar el mundo
de una casta feral y de un demente,
cuando los pueblos destrozados gimen

bajo el rigor del déspota iracundo
es la neutralidad el más ingente,
sordo, cobarde y despiadado crimen.


¡Oh muerte ¡

Amad la muerte, amadla… Ella procura
el supremo descanso, ella nos guía
en el camino del silencio, es fría
pero buena;… ella mata la amargura.

¡Ella es la maga de la sombra… es pura
y eterna… y todos la llamáis impía.
¿Por qué? ¿Porque nos besa en la agonía,
y un tálamo nos da en la sepultura?

La Muerte es la ceniza de la llama;
es el “no ser” de lo que vibra: muda
ante el placer o el infortunio, ama:

el sueño matador de los dolores;
la calma, que del daño nos escuda,
 y la tierra que es madre de las flores.


¡Oh poetas¡

Nosotros los cansados de la vida,
los pálidos, los tristes,
los que vamos sin rumbo en el mar hondo
de la duda, entre escollos y entre sirtes;

nosotros los ceñudos
náufragos, soñadores de imposibles;
los que damos en cláusulas candentes
el corazón, aunque sangriento, virgen;

nosotros los cobardes
de esta contienda mundanal y horrible,
porque sentimos el dolor ajeno,
porque gemimos, ¡hay¡ por los gimen;

nosotros los que vamos
sin saber nuestro fin ni nuestro origen,
con los ojos clavados en la eterna
sombra, en busca de un astro que nos guíe;

ya que no nos es dable
ver la virtud preponderante y libre;
pero sí el llanto y la miseria abajo,
y en la eminencia el deshonor y el crimen;

ya que el siglo expirante
rueda a la noche lóbrega y sin límites
de la insondable eternidad cual monstruo
mudo y brutal como la esfinge;

llevando en su carreta
la fe del corazón y las terribles
garras ensangrentadas,
como las garras con que apresa el buitre;

ya que el talento es sombra
y luz el oro, con el cual consiguen
los perversos las honras, las conciencias
y hasta el azul donde el Señor sonríe;

ya que la humanidad,
doliente, enferma, aunque solloce y vibre
como el mar en su lecho tenebroso,
del cielo ni una lágrima recibe;

ya que la fuerza bruta
no pone ciega a sus desmanes dique,
y con fiereza y saña
echa el dogal y la garganta oprime,


dejemos las endechas
empalagosas, vanas y sutiles:
no más flores, ni pájaros ni estrellas…
es necesario que la estrofa grite.

Nuestra misión es santa:
no malgastemos en estrofas tímidas
la sacra inspiración que en nuestras frentes
arde con lampos de gloriosos fines.

Bajemos al abismo
del humano dolor: allí residen
áspides que se enroscan y gestean,
trasgos que se retuercen y maldicen.

Bajemos a ese infierno
poblado de sollozos donde viven
en espantoso maridaje, el hondo
grito blasfemo y la plegaria triste,

y enjuguemos el llanto
de los eternos infelices
que ante el dolor sacuden los cabellos
como el corcel indómito las crines.

Quejémonos, hagamos
de los versos ariete irresistible
para romper el mal. Y altivos demos
aliento a la virtud, látigo al crimen.

Hagamos —implacables y orgullosos—
si queremos ser grandes y ser libres,
un ramal con las cuerdas de la lira
para azotar con él a los serviles.

Que a nuestra voz desciendan
de lo alto, los míseros reptiles:
todos, todos los déspotas del mundo,
todos, todos los Judas y Caínes.

Y no temamos nada,
aunque nos escarnezcan y castiguen.
Odio al cuervo, al murciélago y al búho;
loor al lirio, a la paloma, al cisne.

Hondo desprecio y pena
para los jueces que la ley infringen;
para el cadalso, horripilante pulpo
que hace de sangre y llanto sus festines.

Oremos ante el ara
de la suprema redención; y el liquen
de la maldad, prendido a las nacientes almas
despedacemos con furor de tigres.

Que nuestros rudos cantos
vengadores, valientes y terribles,
rompan todas las máscaras hipócritas
y castiguen el rostro de los viles.

Así cuando los hielos de la muerte
nuestras bocas y párpados enfríe,
oiremos el aplauso de los buenos
al rodar en la gran noche sublime.

Resurrecciones

Algo se muere en mí todos los días;
la hora que se aleja me arrebata,
del tiempo en la insonora catarata,
salud, amor, ensueños y alegrías.

Al evocar las ilusiones mías,
pienso: "¡yo, no soy yo!" ¿por qué, insensata,
la misma vida con su soplo mata
mi antiguo ser, tras lentas agonías?

Soy un extraño ante mis propios ojos,
un nuevo soñador, un peregrino
que ayer pisaba flores y hoy... abrojos.

Y en todo instante, es tal mi desconcierto,
que, ante mi muerte próxima, imagino
que muchas veces en la vida...he muerto.

Todo nos llega tarde

Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!
Nunca se satisface ni alcanza
la dulce posesión de una esperanza
cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte
que todo llega tarde: la bonanza,
después de la tragedia: la alabanza
cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza
cuando sus siglos en la Historia vierte
el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la gloria, esa ninfa de la suerte,
solo en las sepulturas danza.
Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte! 

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Bibliografía de Julio Flórez
Obra poética, Bogotá, 1970. Selección de poemas, con un prólogo de Jorge Rojas, Bogotá, 
1973. Poesía escogida, selección y prólogo, Harold Alvarado Tenorio. Bogotá, 1988.

Bibliografía sobre Julio Flórez
Aurelio Martínez Mutis: Julio Flórez, su vida y su obra, Bogotá, 1973. 
Gloria Serpa Flórez: Todo nos llega tarde... Biografía del poeta colombiano Julio Flórez. Bogotá, 1995
Hernán Restrepo Duque: Gran crónica de Julio Flórez, Bogotá, 1970. 
Max Grillo: Julio Flórez, Revista Gris, nº 4, Septiembre, 1895. 
Salomón Ponce: Julio Flórez y sus horas, Revista Gris, nº 4, Septiembre, 1895. 
Varios: El caballero del romanticismo, Tunja, 1967.



Harold Alvarado Tenorio
Esta nota hace parte del primer capítulo de Ajuste de cuentas, una antología critica de la poesia colombiana del siglo XX que será publicada en España a mediados del año 2013.
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* From: HAT  asdfghjkl.123456@arquitrave.com
Date: 2013/1/7
Subject: Julio Flórez, en Cali. 90 años de su muerte.
To: NTC  ntcgra@gmail.com

Estimado NTC... : Te adjunto una nota y foto sobre JF. Va un saludo

Harold Alvarado Tenorio


57/321 428 4424
57/6/8911979

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SOBRE "BODA NEGRA" y su AUTORÍA

Tomado de: 

"Todo nos llega tarde". Julio Flórez. Biografía. Por Gloria Serpa Flórez de Kolbe. Capítulo IV. Sección 4.2 Poeta y compositor, crítica. FRAGMENTO. , http://julio-florez-ntc.blogspot.com/2010_08_20_archive.html

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También la canción "Boda Negra" catalogada por Restrepo Duque como de "horripilante adefesio", ha tenido una larga y confusa historia de autoría y su paternidad se la disputan desde México y Cuba hasta Venezuela.

El caso más claro por el cual se puede deducir que no fue compuesta por Julio Flórez, es que él no la firmó nunca como suya, ni la publicó entre sus obras. Solamente viene a aparecer en el libro póstumo publicado por sus herederos, Oro y Ébano, y en alguna de las ediciones piratas de las cuales el poeta seguramente ni tuvo noticia (Ejemplo: Julio Flórez -Sus Mejores Poesías-, sin editorial ni fecha).


Uno de los posibles autores de "Boda Negra", según Restrepo Duque es Carlos Borges, ex-clérigo nacido en Caracas el mismo año que Flórez (1867), bautizado con el nombre de Carlos Emilio de los Desamparados Borges, y extinto en 1932.


"Borges mismo se declara autor de "Boda Negra" en un artículo que escribió al respecto ... ", dice Restrepo Duque, y cita sus palabras:


"Escribí en versos detestables cierta canción fúnebre atribuida a Julio Flórez, que tuvo la suerte de alcanzar una inmensa popularidad en la América española. No hay pueblo de Venezuela ni de Colombia donde no la canten las mujeres románticas y los trovadores de arrabal... Alguien me asegura que esta triste aunque afortunada composición corre inserta, bajo el título de "Boda Negra", en un volumen de versos de Julio Flórez. Por lo que a mí toca no lo afirmo pues no me consta. Sin embargo, fuerza es convenir que si tales versos no son de Julio, merecen serlo. Tienen toda la lugubrería de aquel macabro trovador ... En dos ocasiones, y con dos distintas músicas, sorprendióme el melancólico placer de escucharlas, primero en La Habana, desde una azotea, y luego en México, cantada esta vez por una Loreley del arroyo en la ignominia del arrabal ... El fervor y la simpatía como el público americano acogió tan pésimas estrofas, indudablemente se debe a la paternidad putativa de Julio Flórez. El nombre del poeta querido transformó en brillantes luciérnagas, los oscuros gusanos de mis versos ... ".

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Páginas 110 a 112: Partitura de "Mis flores negras"
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113
Existen también las versiones que, sobre la autoría de "Boda Negra", circularon entre los intelectuales de la isla de Cuba: (4.2.6.).


La más popular de éstas dice que en su primera visita a La Habana, Flórez se encontraba en la barbería de la calle O'Reilly No. 303 cuando escuchó contar al peluquero Guillermo Muñiz, Una singular historia de amor, cuyo tema central trataba de que el poeta cubano Caamaño de Cárdenas había robado el esqueleto vestido de boda, de su ya sepultada novia. Y que, sobre este relato, el bardo colombiano compuso una poesía que leyó en voz alta a los presentes entre los que se encontraba el compositor cubano Alberto Villalón, quien tras una larga pausa meditativa, "tarareó" una melodía sobre el poema. A pesar de que Flórez aclaró que no había escrito esos versos para ser musicalizados, aceptó una guitarra que le ofrecieron en la barbería, y acompañó la melodía de Villalón. De este modo "surgió la hermosa canción cuya popularidad se repetía por todos los lugares".


1. El maestro Villalón no sólo compuso la música sino también la letra de "Boda Negra".
3. La letra fue escrita por Caamaño de Cárdenas y la música por el maestro Casas Romero.
4. En algunas revistas de principios de este siglo, aparece el poema como autor anónimo, producto de la masa popular.
5. "Boda Negra" se conoce también como "Boda Macabra", título primitivo como la bautizó el autor, el cambio de nombre lo produjo el público y la melodía varía en Cuba y en Colombia.


El caso real es que el poeta Flórez se llevó a la tumba el misterio de esta canción, quizá una de las más macabras de la época, y bajo cuyas estrofas seguramente temblaron de pavor muchas doncellas ...
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