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Y a los relacionados en: http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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ÍNDICE y CONTENIDO DE ESTE BLOG:http://julio-florez-ntc.blogspot.com/2010_07_29_archive.html
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"Todo nos llega tarde". Julio Flórez. Biografía. Por Gloria Serpa Flórez de Kolbe. Planeta 1994.
http://julio-florez-ntc.blogspot.com/2010_08_08_archive.html
Segunda edición 1995.
Capítulo IV. Sección 4.2 Poeta y compositor, crítica. Páginas 100 a 117
Escaneó, publica y difunde:
NTC … Nos Topamos Con … http://ntcblog.blogspot.com/ ,
ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia, Agosto 20, 2010. // 23, 2010
Gabriel Ruiz A. , Director
El poeta y la autora del libro, su sobrina nieta
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Dedicatoria
y Prólogo
"Todo
nos llega tarde ...". Julio Flórez. Biografía. Gloria Serpa-Flórez de Kolbe.
Ed. Planeta. 1994
http://julio-florez-ntc.blogspot.com/2013_01_07_archive.html---
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Página 100.
....y así mismo salió de Bogotá, pobre y limpio, cuando en 1905 tiene que emprender su nunca bien explicada retirada del escenario nacional, para ponerse a actuar la apoteosis de su gloria en los países hermanos, desde Venezuela hasta México.
Conociendo todos estos antecedentes, nos preguntamos qué ineludible fuerza impulsó u obligó a Flórez a aceptar el cargo como diplomático en España que le impuso el dictador Reyes en 1907. Posición que él no buscó y que desempeñó con honor pero sin el menor entusiasmo, como escribió su buen amigo y compañero de embajada en Madrid, Alfredo Gómez Jaime.
El ácido Max Grillo así lo había diagnosticado en 1895.
"Flórez se siente incapaz de las tareas diversas de la labor poética".
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4.2. Poeta y compositor, crítica
....y así mismo salió de Bogotá, pobre y limpio, cuando en 1905 tiene que emprender su nunca bien explicada retirada del escenario nacional, para ponerse a actuar la apoteosis de su gloria en los países hermanos, desde Venezuela hasta México.
Conociendo todos estos antecedentes, nos preguntamos qué ineludible fuerza impulsó u obligó a Flórez a aceptar el cargo como diplomático en España que le impuso el dictador Reyes en 1907. Posición que él no buscó y que desempeñó con honor pero sin el menor entusiasmo, como escribió su buen amigo y compañero de embajada en Madrid, Alfredo Gómez Jaime.
El ácido Max Grillo así lo había diagnosticado en 1895.
"Flórez se siente incapaz de las tareas diversas de la labor poética".
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4.2. Poeta y compositor, crítica
"Su nombre crecía y crecía. Había gentes mozas que
hacían el viaje, a pie si era preciso, hasta Bogotá,
para conocer al poeta famoso”.
Aurelio Martínez Mutis
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Desde 1895, los críticos colombianos se ocupan de la obra poética de Julio Flórez. En ese momento ha llegado Flórez al pináculo de su gloria como poeta popular.
El escritor Max Grillo, publica en la "Revista Gris" de Bogotá, un largo y erudito estudio sobre la obra y la personalidad poética de Julio Flórez, del cual entresacamos:
hacían el viaje, a pie si era preciso, hasta Bogotá,
para conocer al poeta famoso”.
Aurelio Martínez Mutis
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Desde 1895, los críticos colombianos se ocupan de la obra poética de Julio Flórez. En ese momento ha llegado Flórez al pináculo de su gloria como poeta popular.
El escritor Max Grillo, publica en la "Revista Gris" de Bogotá, un largo y erudito estudio sobre la obra y la personalidad poética de Julio Flórez, del cual entresacamos:
"El espíritu del poeta es una lámpara que se consume alumbrando ajenas oscuridades sin que consiga iluminar sus propias sombras interiores.
El que nace poeta trae desde la cuna el principio incurable que causará su infelicidad en la tierra.
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Página 101
El hombre que no hace sino dar pábulo diariamente a la imaginación, tiene forzosamente que sentirse desconcertado o indiferente ante el mundo real que lo apremia con sus prosaicas necesidades. Y si el poeta no sigue lo aconsejado por la higiene espiritual para establecer una armonía entre la actividad psíquica y la física, el orden de sus ideas sufrirá un desequilibrio. En vano tratará de conseguir la felicidad, ni siquiera el reposo; siempre lo hará desgraciado el constatar la diferencia entre sus deseos y lo irrealizable.
Tal vez se podrían llamar enfermos a los que se dedican solamente al trabajo espiritual y desatienden todo lo demás, consagrándose a explorar su imaginación y se valen para estimularla, de los excitantes modernos: el opio, el ajenjo, el éter.
Cierto es que cuando esa alma sondea el mundo visible, o el universo invisible, es superior a todos los seres: al sabio, porque el poeta ve en el cielo y en la tierra todas las cosas que no puede descubrir la filosofía; superior a la naturaleza, porque él sabe despejarla de lo superfluo por medio del arte y presentarla estereotipada en forma imperecedera; mas el que esto hace se halla ligado al polvo, y al volver de sus peregrinaciones extratelúricas es obligado a poner sus plantas en el polvo, y su espíritu libre a someterse a las exigencias que le impone el medio en que respira su cuerpo. Entonces se trata de una lucha entre el poeta y el hombre, combate librado en el interior del alma y del cual si triunfa el primero, resulta un desequilibrio, que se traduce en hastío, en pesimismo o en locura.
En cuanto a los poetas que, a la manera de Flórez, se sienten incapaces de las tareas diversas de la labor poética, hacen bien en no apetecerlas.
Los que emplean explosivos para convertir en ruinas las suntuosas moradas de los potentados, son los nihilistas del crimen. Los que predican el anonadamiento de la vida, la suprema vanidad del esfuerzo humano, los que dejan en el corazón de las generaciones modernas el desaliento, el cansancio, la tristeza enfer-
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Página 102
miza, son los nihilistas del arte ... a los primeros los persigue la justicia ... a los otros, se les permite que conviertan el mundo a sus doctrinas, valiéndose del lenguaje de la poesía. Se les deja atraer a los espíritus con atracción irresistible; y ¿quién podría sustraerse a su influjo si dicen cosas de una amargura adorable; si reflejan en sus versos las sensaciones del alma moderna, la inquietud de los corazones atormentados por dolores incurables? Como sucede con las enfermedades físicas, el pesimismo, enfermedad moral, no afecta a todos los individuos de idéntica manera. Tiene grados y períodos y escoge sus víctimas frecuentemente entre los poetas.
Haciendo caso omiso de las manifestaciones del pesimismo de carácter social, que por fortuna han sido pocas o ningunas en América a pesar de los frecuentes atentados de los gobiernos y el entronizamiento de dictaduras odiosas, puede afirmarse que el pesimismo aristocrático, el propio de los poetas y de los pensadores, apenas ha revelado entre nosotros su existencia sin pretender la categoría de sistema filosófico en la mente de los que sufren el "mal del siglo".
En Colombia el poeta que más ha acentuado en sus poesías el color pesimista, es Julio Flórez.
Muchos al leer los versos del autor de las Gotas de Ajenjo se figurarán que Flórez guarda cariñosamente debajo de la almohada el volumen de las Fleurs du mal, o que ha bebido en la copa de Leconte de Lisie el jugo de los lotos indios. El que tal cosa suponga, se engaña. Aquel poeta de los ojos negros y grandes que parecen anhelar para sí únicamente la luz del día; aquel bohemio que os mira con la lentitud que comunica a las pupilas el cansancio interior no ha leído a Baudelaire, ni menos al parnasiano autor de los Poémes Barbares. Su visión de las cosas, la de Flórez, recuerda la manera de los poetas citados; sienten los tres AMOR POR LA NADA Y ODIO POR LA VIDA. Buscan la inspiración en una misma fuente, se encuentran en el punto de partida y se separan en la manera de expresar lo que cada uno experimenta, como sucede siempre que un poeta posee origi-
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Página 103
nalidad verdadera. Baudelaire es artificioso, Leconte sereno, Julio Flórez es desordenado.
Los que son pesimistas por convicción nacida del estudio, no se contradicen, o se contradicen menos que los pesimistas de sentimiento. En Julio Flórez tenemos un ejemplar de esta última clase; sus regresos hacia el ideal, hacia un ideal místico, que promete una prolongación consciente de la vida, no son raros en nuestro poeta.
Flórez viola los cánones gramáticos y retóricos de los libros didácticos. Las faltas contra la métrica, los versos prosaicos frecuentes en las composiciones de poetas muy fecundos, las figuras exóticas, las imágenes desproporcionadas, las bellezas que a manera de marmajas deslumbrantes se confunden en el gusto de Flórez con las verdaderas piedras preciosas que brotan espontáneamente de su cerebro encantado, los artificios de la imaginación para mostrarse original, merecerían de una crítica diversa de la que hoy modestamente empleamos, severa reprimenda después de la enumeración de los defectos señalados en cada una de las obras de Flórez. Valerse uno del procedimiento enunciado para juzgar a Julio Flórez, sería hacer una obra inútil, porque nuestro poeta, con ser humilde, no corregirá los defectos que, bien considerados, son manifestaciones propias de su naturaleza estética, y también porque el gran público siempre seguirá aplaudiendo lo que más resalte en los versos de Flórez, aun cuando no sea lo duradero y bello.
No le negaremos a Flórez el derecho de profesar simpatías por una u otra manera poética; ya sabemos que él obedece a su temperamento.
Pero sí les discutimos su parecer a los que nos miran con marcada extrañeza cuando disentimos en la manera de apreciar las producciones del poeta colombiano. Admiramos en Flórez el poeta natural que hace estrofas armoniosas, de contornos puros, compuestas no al calor de una inspiración desordenada, sino en horas de recogimiento, cuando parece olvidarse del aplauso pasajero." (4.2.1. Grillo Maximiliano: “Julio Flórez” en Revista Gris, Bogotá, Septiembre de 1895).
.El que nace poeta trae desde la cuna el principio incurable que causará su infelicidad en la tierra.
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El hombre que no hace sino dar pábulo diariamente a la imaginación, tiene forzosamente que sentirse desconcertado o indiferente ante el mundo real que lo apremia con sus prosaicas necesidades. Y si el poeta no sigue lo aconsejado por la higiene espiritual para establecer una armonía entre la actividad psíquica y la física, el orden de sus ideas sufrirá un desequilibrio. En vano tratará de conseguir la felicidad, ni siquiera el reposo; siempre lo hará desgraciado el constatar la diferencia entre sus deseos y lo irrealizable.
Tal vez se podrían llamar enfermos a los que se dedican solamente al trabajo espiritual y desatienden todo lo demás, consagrándose a explorar su imaginación y se valen para estimularla, de los excitantes modernos: el opio, el ajenjo, el éter.
Cierto es que cuando esa alma sondea el mundo visible, o el universo invisible, es superior a todos los seres: al sabio, porque el poeta ve en el cielo y en la tierra todas las cosas que no puede descubrir la filosofía; superior a la naturaleza, porque él sabe despejarla de lo superfluo por medio del arte y presentarla estereotipada en forma imperecedera; mas el que esto hace se halla ligado al polvo, y al volver de sus peregrinaciones extratelúricas es obligado a poner sus plantas en el polvo, y su espíritu libre a someterse a las exigencias que le impone el medio en que respira su cuerpo. Entonces se trata de una lucha entre el poeta y el hombre, combate librado en el interior del alma y del cual si triunfa el primero, resulta un desequilibrio, que se traduce en hastío, en pesimismo o en locura.
En cuanto a los poetas que, a la manera de Flórez, se sienten incapaces de las tareas diversas de la labor poética, hacen bien en no apetecerlas.
Los que emplean explosivos para convertir en ruinas las suntuosas moradas de los potentados, son los nihilistas del crimen. Los que predican el anonadamiento de la vida, la suprema vanidad del esfuerzo humano, los que dejan en el corazón de las generaciones modernas el desaliento, el cansancio, la tristeza enfer-
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Página 102
miza, son los nihilistas del arte ... a los primeros los persigue la justicia ... a los otros, se les permite que conviertan el mundo a sus doctrinas, valiéndose del lenguaje de la poesía. Se les deja atraer a los espíritus con atracción irresistible; y ¿quién podría sustraerse a su influjo si dicen cosas de una amargura adorable; si reflejan en sus versos las sensaciones del alma moderna, la inquietud de los corazones atormentados por dolores incurables? Como sucede con las enfermedades físicas, el pesimismo, enfermedad moral, no afecta a todos los individuos de idéntica manera. Tiene grados y períodos y escoge sus víctimas frecuentemente entre los poetas.
Haciendo caso omiso de las manifestaciones del pesimismo de carácter social, que por fortuna han sido pocas o ningunas en América a pesar de los frecuentes atentados de los gobiernos y el entronizamiento de dictaduras odiosas, puede afirmarse que el pesimismo aristocrático, el propio de los poetas y de los pensadores, apenas ha revelado entre nosotros su existencia sin pretender la categoría de sistema filosófico en la mente de los que sufren el "mal del siglo".
En Colombia el poeta que más ha acentuado en sus poesías el color pesimista, es Julio Flórez.
Muchos al leer los versos del autor de las Gotas de Ajenjo se figurarán que Flórez guarda cariñosamente debajo de la almohada el volumen de las Fleurs du mal, o que ha bebido en la copa de Leconte de Lisie el jugo de los lotos indios. El que tal cosa suponga, se engaña. Aquel poeta de los ojos negros y grandes que parecen anhelar para sí únicamente la luz del día; aquel bohemio que os mira con la lentitud que comunica a las pupilas el cansancio interior no ha leído a Baudelaire, ni menos al parnasiano autor de los Poémes Barbares. Su visión de las cosas, la de Flórez, recuerda la manera de los poetas citados; sienten los tres AMOR POR LA NADA Y ODIO POR LA VIDA. Buscan la inspiración en una misma fuente, se encuentran en el punto de partida y se separan en la manera de expresar lo que cada uno experimenta, como sucede siempre que un poeta posee origi-
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Página 103
nalidad verdadera. Baudelaire es artificioso, Leconte sereno, Julio Flórez es desordenado.
Los que son pesimistas por convicción nacida del estudio, no se contradicen, o se contradicen menos que los pesimistas de sentimiento. En Julio Flórez tenemos un ejemplar de esta última clase; sus regresos hacia el ideal, hacia un ideal místico, que promete una prolongación consciente de la vida, no son raros en nuestro poeta.
Flórez viola los cánones gramáticos y retóricos de los libros didácticos. Las faltas contra la métrica, los versos prosaicos frecuentes en las composiciones de poetas muy fecundos, las figuras exóticas, las imágenes desproporcionadas, las bellezas que a manera de marmajas deslumbrantes se confunden en el gusto de Flórez con las verdaderas piedras preciosas que brotan espontáneamente de su cerebro encantado, los artificios de la imaginación para mostrarse original, merecerían de una crítica diversa de la que hoy modestamente empleamos, severa reprimenda después de la enumeración de los defectos señalados en cada una de las obras de Flórez. Valerse uno del procedimiento enunciado para juzgar a Julio Flórez, sería hacer una obra inútil, porque nuestro poeta, con ser humilde, no corregirá los defectos que, bien considerados, son manifestaciones propias de su naturaleza estética, y también porque el gran público siempre seguirá aplaudiendo lo que más resalte en los versos de Flórez, aun cuando no sea lo duradero y bello.
No le negaremos a Flórez el derecho de profesar simpatías por una u otra manera poética; ya sabemos que él obedece a su temperamento.
Pero sí les discutimos su parecer a los que nos miran con marcada extrañeza cuando disentimos en la manera de apreciar las producciones del poeta colombiano. Admiramos en Flórez el poeta natural que hace estrofas armoniosas, de contornos puros, compuestas no al calor de una inspiración desordenada, sino en horas de recogimiento, cuando parece olvidarse del aplauso pasajero." (4.2.1. Grillo Maximiliano: “Julio Flórez” en Revista Gris, Bogotá, Septiembre de 1895).
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Y el escritor y crítico literario de la época, Carlos Arturo Torres, escribe en 1898 sobre la obra de Flórez:
"Aquí, donde sometemos todos los nombres y todas las obras al análisis no siempre benévolo de la crítica, acerba a veces, y sólo damos el pase a los que han recorrido triunfadores esa ordalia de prueba, hemos estado unánimes en inclinarnos ante el talento indiscutible del escritor. Flórez es ante todo poeta, gran poeta, nada más que poeta; este es el secreto de su fuerza" (4.2.2.).
Aurelio Martínez Mutis habla de Flórez como declamador (C/4/3):
"Lo oí por primera vez en Bogotá, en una audición dada por él durante el Centenario nacional".
"A veces, bajo el patrocinio del Jockey Club o alguna sociedad beneficente, se organizaba un concierto. El fastuoso Teatro de Colón lucía esa noche su telón de gala, que costó muchos millares de dólares, y que muestra, pintados de mano magistral en un paisaje coronado de palmeras, los protagonistas de las más célebres creaciones escénicas. Mefistófeles con sus cuernos burlones, Carmen, de traje corto y mantón de Manila, bailando al son de las castañuelas, Hamlet, la frente en la mano, fijos los ojos en el suelo, diciendo su monólogo:
Palabras, palabras, palabras …
Julio Flórez se presenta en escena.
De regular estatura, delgado y armonioso, la cabeza noble bajo la mata de cabello lacio, espeso y negrísimo; la color morena, frente espaciosa, ojos grandes, insomnes, cargados de belleza y de melancolía ... ; la nariz bien hecha, el bigote oscuro apunta sus guías más abajo de las mejillas; la boca sensual y hermosa, guarnecida de pareja dentadura, apta para la cabal articulación, de donde sale la voz caudalosa ... Rebelde a los ritos de la etiqueta, usa la fúnebre y austera levita, y la corbata negra tam-
.
105bién; el cuello bajo, de moda antigua, se destaca como único punto blanco de la figura.
No tiene pose teatral, ni énfasis. El auditorio está pendiente de él. Su voz es clara; vocaliza de manera impecable; no se pierde una sola sílaba. Distribuye suavemente las pausas, pinta con el acento, da a cada vocablo su valor, su expresión justa, más aún, sus íntimos matices ...
La acción es enteramente sobria. Mímica sugestiva apenas, que es como leve rúbrica debajo de la firma ...
Sin número extraño alguno, ni siquiera música de orquesta para la obertura e intermedio, la sola figura del hombre llenaba el Teatro Colón. Y a medida que recitaba, iba en aumento la emoción y el interés del público.
Recitó quince composiciones: Prólogo, Ocaso en la montaña, La hurí del pescador, Acaban de sacarte muerta, ¡Oh patria!, Con la música de las campanas, La gaviota pasa, Idilio eterno, y otras. El vigor de la voz no decae un instante. El timbre se conserva puro.
Flórez fue formidable como orador en verso" (4.2.3.).
.
En el extenso estudio que dedica a la música de Julio Flórez el crítico musical Hernán Restrepo Duque (4.2.4.), indica cómo a pesar de que muchas de las poesías del poeta colombiano fueron tomadas como letra de canciones populares, no siempre éstas fueron las mejores, debido a lo cual, el prestigio de Flórez como letrista sufrió una gran mengua. Causas de la anterior afirmación, se encuentran en que muchas de ellas estuvieron basadas en poemas inconclusos entregados por el poeta a los "bambuqueros" antes de ser terminados o pulidos; otras, basadas en poemas publicados sin autorización del autor, como aquella "Gota de Ajenjo" que alguien recogió cuando cayó de su bolsillo durante un almuerzo en I897 y lo pasó a la "Revista Rayo"; y otras, en poemas atribuidos a Flórez sobre los cuales no se ha logrado nunca probar su paternidad ("Boda Negra" y "¿Ves esa vieja escuálida y horrible?"). Y también, además, otras canciones sobre poemas de Flórez editados como de autor desconocido o aún que se han apropiado algunos poetas ecuatorianos, argentinos, mexicanos o colombianos.
.
106En cuanto a las deficiencias de registro de propiedad, el nombre de Julio Flórez no empieza a aparecer en los catálogos sino hasta 1920 con el primer disco en que figura su autoría, la canción "Ocaso", que tiene en sus libros el título de "Canción". Emilio Murillo aparece como compositor de la música.
Antes de esa fecha, y especialmente mientras Flórez se encontraba ausente del país, se "olvidaron" (dice Restrepo Duque) de registrar su nombre en grabaciones y partituras, en los primeros registros de los discos que se hicieron en Bogotá con la rudimentaria máquina portátil que instaló la Víctor en un sótano de la carrera sexta. Y unos años antes, en los grabados en los Estados Unidos y México por los hermanos Uribe y Emilio Murillo, por Pelón Santamarta y Martín, y posiblemente en los de Romero y Baquero.
Julio Flórez, amparado por su prestigio personal, entregó sin vergüenza sus poemas a los conjuntos musicales populares y hasta se atrevió a interpretarlos él mismo, solo o en compañía de compositores amigos como Emilio Murillo y Pedro Morales Pino quien encabezaba una verdadera "campaña" para reclamar los derechos de la música nacional, en épocas en que el folclor no tenía carta de presentación en sociedad.
Dice Restrepo Duque también, que la fama de Flórez desbordó los límites nacionales y sus poesías y música se conocieron, y se confundieron, con las de compositores ecuatorianos, argentinos y yucatecos.
La gran similitud del folclor yucateco con el andino colombiano, ha conducido a confundirlos, especialmente a las composiciones del autor yucateco Luis Rosado con las del poeta Flórez y también a atribuir a algunos autores yucatecos, música y letra de canciones colombianas. Al respecto, Restrepo Duque cita las palabras de la viuda del conocido compositor yucateco, Cirilo Baqueiro Prevé:
... muchos compositores populares de la Península Yuca teca tomaron los versos de Julio Flórez para crear melodías inolvidables; entre ellos podemos citar a Emilio Pacheco (4.2.5.).
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107
Habla además Restrepo Duque del célebre Pelón Santamarta, autor de "Antioqueñita", quien también influyó en el folclor Yucatán. Pelón visitó a Bogotá a finales del siglo XIX, asistió a la apoteosis de Flórez y se aprovechó de sus obras, no dejando de otorgarle verbalmente sus créditos. Algunas de éstas, como "El Río", ya habían sido musicalizadas antes de que él lo hiciera.
A propósito de esta canción, que alcanzó gran popularidad en los años cincuenta con la interpretación de Garzón y Collazos ("oyendo está tus rumores / allá abajo el ángel mío ... "), su música original fue compuesta por Flórez y cambiada posteriormente por Pelón Santamarta. En sus Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, Cordovez Moure hace a ella referencia cuando evoca un paseo campestre al que él asistió el 13 de octubre de 1893, en un "piqueteadero de la Sabana" "al pie del río Fucha o San Cristóbal". El historiador dice que allí escuchó al poeta Julio Flórez cantar su canción "Al Río", acompañado por el "maestro Amaya", el cantor Diego Amaya.
En el folclor ecuatoriano figuran algunas canciones sobre poemas atribuidos a Julio Flórez, otros de dudosa autoría que podrían ser del mismo y otros indudablemente del poeta colombiano, entre ellos su pasillo cumbre "Mis Flores Negras" (conocido en el Ecuador sin el posesivo "mis"), sobre cuya propiedad se han originado muchas discusiones.
Safadi, investido con la autoridad de haber estado entre los primeros que lo grabaron (alrededor de 1912), fue además, uno de los ecuatorianos que más ardiente mente defendió la autoría de Flórez.
El pasillo colombiano "Mis Flores Negras" (letra y música de Julio Flórez), ha alcanzado la fama de lo imperecedero y aún se escucha con emoción y agrado, cien años después de haber sido compuesto por el poeta colombiano.
Su autoría ha sido discutida ampliamente, si bien no en vida del poeta "cuando nadie se atrevió a negársela", sino después de su muerte. Existen numerosos autores, no solamente colombianos sino ecuatorianos y argentinos, que pretenden atribuirse el éxito de esa composición y han dejado dudas al respecto.
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108
Jorge Añez y Restrepo Duque, autoridades sobre compositores populares colombianos, aseguran que "tanto la música como la letra de "Mis Flores Negras", se deben al poeta Julio Flórez". Para muchos colombianos no ha existido nunca la más ligera duda de que no fuera Flórez su autor. Tampoco se ha aceptado a Emilio Murillo como compositor de su música, a quien la atribuyen J. V. Ortega Ricaurte y Antonio (Jetón) Ferro en su obra La Gruta Simbólica, como pieza musical cantada por primera vez en Bogotá la noche del nacimiento de la famosa tertulia literaria. En el testimonio personal sobre la Gruta Simbólica que nos dejó Luis María Mora, no menciona en ningún momento la presencia de Emilio Murillo en esa memorable ocasión. Restrepo Duque descarta esta posibilidad, basado en que Murillo no lo incluyó entre sus obras grabadas para la Columbia de los Estados Unidos en 1910.
Muchos de los que escucharon cantar a Flórez su pasillo acompañándose en la guitarra, o por la dulzaina de Alvarez Henao, o por Soto Borda, o por Jorge Pamba en reuniones privadas, recuerdan que el poeta decía que era compuesto por él. El maestro Jerónimo Velasco contaba que en una fiesta preguntó al poeta de quién era la canción "Mi Flores Negras" que acababa de interpretar, y que Flórez había afirmado que "letra y música eran de él".
Uno de los mayormente sorprendidos por esas versiones de autoría, ha debido ser el mismo Flórez quien contaba entre sus discos uno, el No. 46126 de la casa Víctor cuyo sello dice:
Mis Flores Negras
(Flores-Loreto)
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Este Loreto ha sido descalificado por Añez y por Restrepo como autor del pasillo. Y según parece es uno de los múltiples que ha querido coronarse con laureles ajenos, en este caso utilizando una de las más entrañables canciones del pueblo colombiano. El extraordinario Carlos Gardel la incluyó en su repertorio tomándola de grabaciones y partituras realizadas en la Argentina bajo el nombre de un ciudadano argentino llamado Félix Scolatti, el cual había usurpado la propiedad de "Mis Flores Negras" desde 1921, cuando la hizo registrar como suya.
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109También la canción "Boda Negra" catalogada por Restrepo Duque como de "horripilante adefesio", ha tenido una larga y confusa historia de autoría y su paternidad se la disputan desde México y Cuba hasta Venezuela.
El caso más claro por el cual se puede deducir que no fue compuesta por Julio Flórez, es que él no la firmó nunca como suya, ni la publicó entre sus obras. Solamente viene a aparecer en el libro póstumo publicado por sus herederos, Oro y Ébano, y en alguna de las ediciones piratas de las cuales el poeta seguramente ni tuvo noticia (Ejemplo: Julio Flórez -Sus Mejores Poesías-, sin editorial ni fecha).
Uno de los posibles autores de "Boda Negra", según Restrepo Duque es Carlos Borges, ex-clérigo nacido en Caracas el mismo año que Flórez (1867), bautizado con el nombre de Carlos Emilio de los Desamparados Borges, y extinto en 1932.
"Borges mismo se declara autor de "Boda Negra" en un artículo que escribió al respecto ... ", dice Restrepo Duque, y cita sus palabras:
"Escribí en versos detestables cierta canción fúnebre atribuida a Julio Flórez, que tuvo la suerte de alcanzar una inmensa popularidad en la América española. No hay pueblo de Venezuela ni de Colombia donde no la canten las mujeres románticas y los trovadores de arrabal... Alguien me asegura que esta triste aunque afortunada composición corre inserta, bajo el título de "Boda Negra", en un volumen de versos de Julio Flórez. Por lo que a mí toca no lo afirmo pues no me consta. Sin embargo, fuerza es convenir que si tales versos no son de Julio, merecen serlo. Tienen toda la lugubrería de aquel macabro trovador ... En dos ocasiones, y con dos distintas músicas, sorprendióme el melancólico placer de escucharlas, primero en La Habana, desde una azotea, y luego en México, cantada esta vez por una Loreley del arroyo en la ignominia del arrabal ... El fervor y la simpatía como el público americano acogió tan pésimas estrofas, indudablemente se debe a la paternidad putativa de Julio Flórez. El nombre del poeta querido transformó en brillantes luciérnagas, los oscuros gusanos de mis versos ... ".
Y el escritor y crítico literario de la época, Carlos Arturo Torres, escribe en 1898 sobre la obra de Flórez:
"Aquí, donde sometemos todos los nombres y todas las obras al análisis no siempre benévolo de la crítica, acerba a veces, y sólo damos el pase a los que han recorrido triunfadores esa ordalia de prueba, hemos estado unánimes en inclinarnos ante el talento indiscutible del escritor. Flórez es ante todo poeta, gran poeta, nada más que poeta; este es el secreto de su fuerza" (4.2.2.).
Aurelio Martínez Mutis habla de Flórez como declamador (C/4/3):
"Lo oí por primera vez en Bogotá, en una audición dada por él durante el Centenario nacional".
"A veces, bajo el patrocinio del Jockey Club o alguna sociedad beneficente, se organizaba un concierto. El fastuoso Teatro de Colón lucía esa noche su telón de gala, que costó muchos millares de dólares, y que muestra, pintados de mano magistral en un paisaje coronado de palmeras, los protagonistas de las más célebres creaciones escénicas. Mefistófeles con sus cuernos burlones, Carmen, de traje corto y mantón de Manila, bailando al son de las castañuelas, Hamlet, la frente en la mano, fijos los ojos en el suelo, diciendo su monólogo:
Palabras, palabras, palabras …
Julio Flórez se presenta en escena.
De regular estatura, delgado y armonioso, la cabeza noble bajo la mata de cabello lacio, espeso y negrísimo; la color morena, frente espaciosa, ojos grandes, insomnes, cargados de belleza y de melancolía ... ; la nariz bien hecha, el bigote oscuro apunta sus guías más abajo de las mejillas; la boca sensual y hermosa, guarnecida de pareja dentadura, apta para la cabal articulación, de donde sale la voz caudalosa ... Rebelde a los ritos de la etiqueta, usa la fúnebre y austera levita, y la corbata negra tam-
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105bién; el cuello bajo, de moda antigua, se destaca como único punto blanco de la figura.
No tiene pose teatral, ni énfasis. El auditorio está pendiente de él. Su voz es clara; vocaliza de manera impecable; no se pierde una sola sílaba. Distribuye suavemente las pausas, pinta con el acento, da a cada vocablo su valor, su expresión justa, más aún, sus íntimos matices ...
La acción es enteramente sobria. Mímica sugestiva apenas, que es como leve rúbrica debajo de la firma ...
Sin número extraño alguno, ni siquiera música de orquesta para la obertura e intermedio, la sola figura del hombre llenaba el Teatro Colón. Y a medida que recitaba, iba en aumento la emoción y el interés del público.
Recitó quince composiciones: Prólogo, Ocaso en la montaña, La hurí del pescador, Acaban de sacarte muerta, ¡Oh patria!, Con la música de las campanas, La gaviota pasa, Idilio eterno, y otras. El vigor de la voz no decae un instante. El timbre se conserva puro.
Flórez fue formidable como orador en verso" (4.2.3.).
.
En el extenso estudio que dedica a la música de Julio Flórez el crítico musical Hernán Restrepo Duque (4.2.4.), indica cómo a pesar de que muchas de las poesías del poeta colombiano fueron tomadas como letra de canciones populares, no siempre éstas fueron las mejores, debido a lo cual, el prestigio de Flórez como letrista sufrió una gran mengua. Causas de la anterior afirmación, se encuentran en que muchas de ellas estuvieron basadas en poemas inconclusos entregados por el poeta a los "bambuqueros" antes de ser terminados o pulidos; otras, basadas en poemas publicados sin autorización del autor, como aquella "Gota de Ajenjo" que alguien recogió cuando cayó de su bolsillo durante un almuerzo en I897 y lo pasó a la "Revista Rayo"; y otras, en poemas atribuidos a Flórez sobre los cuales no se ha logrado nunca probar su paternidad ("Boda Negra" y "¿Ves esa vieja escuálida y horrible?"). Y también, además, otras canciones sobre poemas de Flórez editados como de autor desconocido o aún que se han apropiado algunos poetas ecuatorianos, argentinos, mexicanos o colombianos.
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106En cuanto a las deficiencias de registro de propiedad, el nombre de Julio Flórez no empieza a aparecer en los catálogos sino hasta 1920 con el primer disco en que figura su autoría, la canción "Ocaso", que tiene en sus libros el título de "Canción". Emilio Murillo aparece como compositor de la música.
Antes de esa fecha, y especialmente mientras Flórez se encontraba ausente del país, se "olvidaron" (dice Restrepo Duque) de registrar su nombre en grabaciones y partituras, en los primeros registros de los discos que se hicieron en Bogotá con la rudimentaria máquina portátil que instaló la Víctor en un sótano de la carrera sexta. Y unos años antes, en los grabados en los Estados Unidos y México por los hermanos Uribe y Emilio Murillo, por Pelón Santamarta y Martín, y posiblemente en los de Romero y Baquero.
Julio Flórez, amparado por su prestigio personal, entregó sin vergüenza sus poemas a los conjuntos musicales populares y hasta se atrevió a interpretarlos él mismo, solo o en compañía de compositores amigos como Emilio Murillo y Pedro Morales Pino quien encabezaba una verdadera "campaña" para reclamar los derechos de la música nacional, en épocas en que el folclor no tenía carta de presentación en sociedad.
Dice Restrepo Duque también, que la fama de Flórez desbordó los límites nacionales y sus poesías y música se conocieron, y se confundieron, con las de compositores ecuatorianos, argentinos y yucatecos.
La gran similitud del folclor yucateco con el andino colombiano, ha conducido a confundirlos, especialmente a las composiciones del autor yucateco Luis Rosado con las del poeta Flórez y también a atribuir a algunos autores yucatecos, música y letra de canciones colombianas. Al respecto, Restrepo Duque cita las palabras de la viuda del conocido compositor yucateco, Cirilo Baqueiro Prevé:
... muchos compositores populares de la Península Yuca teca tomaron los versos de Julio Flórez para crear melodías inolvidables; entre ellos podemos citar a Emilio Pacheco (4.2.5.).
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Habla además Restrepo Duque del célebre Pelón Santamarta, autor de "Antioqueñita", quien también influyó en el folclor Yucatán. Pelón visitó a Bogotá a finales del siglo XIX, asistió a la apoteosis de Flórez y se aprovechó de sus obras, no dejando de otorgarle verbalmente sus créditos. Algunas de éstas, como "El Río", ya habían sido musicalizadas antes de que él lo hiciera.
A propósito de esta canción, que alcanzó gran popularidad en los años cincuenta con la interpretación de Garzón y Collazos ("oyendo está tus rumores / allá abajo el ángel mío ... "), su música original fue compuesta por Flórez y cambiada posteriormente por Pelón Santamarta. En sus Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, Cordovez Moure hace a ella referencia cuando evoca un paseo campestre al que él asistió el 13 de octubre de 1893, en un "piqueteadero de la Sabana" "al pie del río Fucha o San Cristóbal". El historiador dice que allí escuchó al poeta Julio Flórez cantar su canción "Al Río", acompañado por el "maestro Amaya", el cantor Diego Amaya.
En el folclor ecuatoriano figuran algunas canciones sobre poemas atribuidos a Julio Flórez, otros de dudosa autoría que podrían ser del mismo y otros indudablemente del poeta colombiano, entre ellos su pasillo cumbre "Mis Flores Negras" (conocido en el Ecuador sin el posesivo "mis"), sobre cuya propiedad se han originado muchas discusiones.
Safadi, investido con la autoridad de haber estado entre los primeros que lo grabaron (alrededor de 1912), fue además, uno de los ecuatorianos que más ardiente mente defendió la autoría de Flórez.
El pasillo colombiano "Mis Flores Negras" (letra y música de Julio Flórez), ha alcanzado la fama de lo imperecedero y aún se escucha con emoción y agrado, cien años después de haber sido compuesto por el poeta colombiano.
Su autoría ha sido discutida ampliamente, si bien no en vida del poeta "cuando nadie se atrevió a negársela", sino después de su muerte. Existen numerosos autores, no solamente colombianos sino ecuatorianos y argentinos, que pretenden atribuirse el éxito de esa composición y han dejado dudas al respecto.
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Jorge Añez y Restrepo Duque, autoridades sobre compositores populares colombianos, aseguran que "tanto la música como la letra de "Mis Flores Negras", se deben al poeta Julio Flórez". Para muchos colombianos no ha existido nunca la más ligera duda de que no fuera Flórez su autor. Tampoco se ha aceptado a Emilio Murillo como compositor de su música, a quien la atribuyen J. V. Ortega Ricaurte y Antonio (Jetón) Ferro en su obra La Gruta Simbólica, como pieza musical cantada por primera vez en Bogotá la noche del nacimiento de la famosa tertulia literaria. En el testimonio personal sobre la Gruta Simbólica que nos dejó Luis María Mora, no menciona en ningún momento la presencia de Emilio Murillo en esa memorable ocasión. Restrepo Duque descarta esta posibilidad, basado en que Murillo no lo incluyó entre sus obras grabadas para la Columbia de los Estados Unidos en 1910.
Muchos de los que escucharon cantar a Flórez su pasillo acompañándose en la guitarra, o por la dulzaina de Alvarez Henao, o por Soto Borda, o por Jorge Pamba en reuniones privadas, recuerdan que el poeta decía que era compuesto por él. El maestro Jerónimo Velasco contaba que en una fiesta preguntó al poeta de quién era la canción "Mi Flores Negras" que acababa de interpretar, y que Flórez había afirmado que "letra y música eran de él".
Uno de los mayormente sorprendidos por esas versiones de autoría, ha debido ser el mismo Flórez quien contaba entre sus discos uno, el No. 46126 de la casa Víctor cuyo sello dice:
Mis Flores Negras
(Flores-Loreto)
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Este Loreto ha sido descalificado por Añez y por Restrepo como autor del pasillo. Y según parece es uno de los múltiples que ha querido coronarse con laureles ajenos, en este caso utilizando una de las más entrañables canciones del pueblo colombiano. El extraordinario Carlos Gardel la incluyó en su repertorio tomándola de grabaciones y partituras realizadas en la Argentina bajo el nombre de un ciudadano argentino llamado Félix Scolatti, el cual había usurpado la propiedad de "Mis Flores Negras" desde 1921, cuando la hizo registrar como suya.
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109También la canción "Boda Negra" catalogada por Restrepo Duque como de "horripilante adefesio", ha tenido una larga y confusa historia de autoría y su paternidad se la disputan desde México y Cuba hasta Venezuela.
El caso más claro por el cual se puede deducir que no fue compuesta por Julio Flórez, es que él no la firmó nunca como suya, ni la publicó entre sus obras. Solamente viene a aparecer en el libro póstumo publicado por sus herederos, Oro y Ébano, y en alguna de las ediciones piratas de las cuales el poeta seguramente ni tuvo noticia (Ejemplo: Julio Flórez -Sus Mejores Poesías-, sin editorial ni fecha).
Uno de los posibles autores de "Boda Negra", según Restrepo Duque es Carlos Borges, ex-clérigo nacido en Caracas el mismo año que Flórez (1867), bautizado con el nombre de Carlos Emilio de los Desamparados Borges, y extinto en 1932.
"Borges mismo se declara autor de "Boda Negra" en un artículo que escribió al respecto ... ", dice Restrepo Duque, y cita sus palabras:
"Escribí en versos detestables cierta canción fúnebre atribuida a Julio Flórez, que tuvo la suerte de alcanzar una inmensa popularidad en la América española. No hay pueblo de Venezuela ni de Colombia donde no la canten las mujeres románticas y los trovadores de arrabal... Alguien me asegura que esta triste aunque afortunada composición corre inserta, bajo el título de "Boda Negra", en un volumen de versos de Julio Flórez. Por lo que a mí toca no lo afirmo pues no me consta. Sin embargo, fuerza es convenir que si tales versos no son de Julio, merecen serlo. Tienen toda la lugubrería de aquel macabro trovador ... En dos ocasiones, y con dos distintas músicas, sorprendióme el melancólico placer de escucharlas, primero en La Habana, desde una azotea, y luego en México, cantada esta vez por una Loreley del arroyo en la ignominia del arrabal ... El fervor y la simpatía como el público americano acogió tan pésimas estrofas, indudablemente se debe a la paternidad putativa de Julio Flórez. El nombre del poeta querido transformó en brillantes luciérnagas, los oscuros gusanos de mis versos ... ".
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http://picasaweb.google.com/ntcgra/JULIOFLOREZ142Anos22DeMayo18672009#5507460275278838514
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Existen también las versiones que, sobre la autoría de "Boda Negra", circularon entre los intelectuales de la isla de Cuba: (4.2.6.).
La más popular de éstas dice que en su primera visita a La Habana, Flórez se encontraba en la barbería de la calle O'Reilly No. 303 cuando escuchó contar al peluquero Guillermo Muñiz, Una singular historia de amor, cuyo tema central trataba de que el poeta cubano Caamaño de Cárdenas había robado el esqueleto vestido de boda, de su ya sepultada novia. Y que, sobre este relato, el bardo colombiano compuso una poesía que leyó en voz alta a los presentes entre los que se encontraba el compositor cubano Alberto Villalón, quien tras una larga pausa meditativa, "tarareó" una melodía sobre el poema. A pesar de que Flórez aclaró que no había escrito esos versos para ser musicalizados, aceptó una guitarra que le ofrecieron en la barbería, y acompañó la melodía de Villalón. De este modo "surgió la hermosa canción cuya popularidad se repetía por todos los lugares".
1. El maestro Villalón no sólo compuso la música sino también la letra de "Boda Negra".
3. La letra fue escrita por Caamaño de Cárdenas y la música por el maestro Casas Romero.
4. En algunas revistas de principios de este siglo, aparece el poema como autor anónimo, producto de la masa popular.
5. "Boda Negra" se conoce también como "Boda Macabra", título primitivo como la bautizó el autor, el cambio de nombre lo produjo el público y la melodía varía en Cuba y en Colombia.
El caso real es que el poeta Flórez se llevó a la tumba el misterio de esta canción, quizá una de las más macabras de la época, y bajo cuyas estrofas seguramente temblaron de pavor muchas doncellas ...
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Existen también las versiones que, sobre la autoría de "Boda Negra", circularon entre los intelectuales de la isla de Cuba: (4.2.6.).
La más popular de éstas dice que en su primera visita a La Habana, Flórez se encontraba en la barbería de la calle O'Reilly No. 303 cuando escuchó contar al peluquero Guillermo Muñiz, Una singular historia de amor, cuyo tema central trataba de que el poeta cubano Caamaño de Cárdenas había robado el esqueleto vestido de boda, de su ya sepultada novia. Y que, sobre este relato, el bardo colombiano compuso una poesía que leyó en voz alta a los presentes entre los que se encontraba el compositor cubano Alberto Villalón, quien tras una larga pausa meditativa, "tarareó" una melodía sobre el poema. A pesar de que Flórez aclaró que no había escrito esos versos para ser musicalizados, aceptó una guitarra que le ofrecieron en la barbería, y acompañó la melodía de Villalón. De este modo "surgió la hermosa canción cuya popularidad se repetía por todos los lugares".
1. El maestro Villalón no sólo compuso la música sino también la letra de "Boda Negra".
3. La letra fue escrita por Caamaño de Cárdenas y la música por el maestro Casas Romero.
4. En algunas revistas de principios de este siglo, aparece el poema como autor anónimo, producto de la masa popular.
5. "Boda Negra" se conoce también como "Boda Macabra", título primitivo como la bautizó el autor, el cambio de nombre lo produjo el público y la melodía varía en Cuba y en Colombia.
El caso real es que el poeta Flórez se llevó a la tumba el misterio de esta canción, quizá una de las más macabras de la época, y bajo cuyas estrofas seguramente temblaron de pavor muchas doncellas ...
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4.3. La Gruta Simbólica (C/4/4)
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Con el cambio de siglo, llegó la Guerra de los Mil Días. El toque de queda no dejaba un alma viva por las calles de la vieja Santa Fe de Bogotá después de que el clarín anunciaba a los ciudadanos comunes, el retiro obligatorio dentro de los muros de sus casas. Solamente transitaban las calles frías y nubladas, las rondas nocturnas de soldados que detenían y encarcelaban en el cuartel de San Agustín a aquellos que no tenían el privilegio de un salvoconducto.
Una de estas patrullas nocturnas encontró a un grupo desprevenido de señores que caminaban por el centro de la ciudad. Eran Julio Flórez y seis amigos. A la voz de "¡alto!", a uno de ellos se le ocurrió inventar, que andaban en busca de un médico de urgencia. Al enterarse de la emergencia, el oficial decidió acompañarlos con su escolta hasta donde el "médico". Una vez allí a salvo, se despidieron de los soldados y, a puerta cerrada comenzaron a festejar con el dueño de casa, quien amablemente los obsequió con bebidas espirituosas. Y los siguió obsequiando por espacio de los tres años que duraron las reuniones de ese grupo de los 8 fundadores, aumentado con otros 50 amigos poetas y escritores que se sumaron a ellos para formar la más nombrada tertulia literaria de la época: La Gruta Simbólica.
La Gruta Simbólica permaneció vigente desde finales de 1900 hasta finales de 1903. Sus sesiones se celebraban en dos salones de la casa No. 203, acera occidental de la hoy carrera quinta de Bogotá, entre calles 16 y 17, ofrecidos por su propietario, Rafael Espinosa Guzmán (REG), quien no solamente los prestaba como sede de La Gruta, sino que atendía los gastos y proveía las necesidades. El epíteto de Simbólica, se debió a la escuela simbolista francesa, que estaba muy de moda en esos tiempos.
Las reuniones de los contertulios de la Gruta Simbólica comenzaban a las ocho de la noche y debido al toque de queda, tenían que prolongarse hasta la madrugada del día siguiente. El grupo de artistas, escritores, músicos o pintores, estaba dispuesto a divertirse con variados programas en ocasiones improvisados. En las actas figuraban las más variadas expresiones de cultura centenarista como: representación
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115 de pequeñas comedias o zarzuelas; concursos literarios o de ingenio; "Procesos"; conciertos o musicalizaciones, y recitales de poesía. Se efectuaron inicialmente en casa de REG y más tarde, en las residencias de algunos de los participantes. Nunca se sesionó en bares ni en cantinas, aunque todos ellos eran asiduos clientes de estos sitios de reunión obligado para nuestra bohemia criolla bogotana. En ocasiones se invitaba público, y al terminar la guerra, pudieron asistir señoras pues las sesiones eran más cortas y menos calurosas.
A Julio Flórez lo encontramos alternando dentro de ese grupo jocoso de poetas. Recitando poesías adoloridas pero también improvisando estrofas fáciles y disparando chispazos verbales, o chistes de doble sentido. Cantando sus propias canciones al son de su guitarra, o sus poesías fúnebres en escenarios preparados con cipreses y lápidas mortuorias que recordaban las visitas nocturnas al cementerio que él comandando a sus amigos, practicaba con frecuencia para visitar los muertos y "gozar" unas horas de la paz del camposanto.
Los escritores que se han encargado de rememorar los anales de la Gruta Simbólica, están de acuerdo en que Flórez fue el líder de ese grupo de poetas, escritores y artistas que mantuvieron en jaque a la sociedad bogotana durante casi cuatro años; que lograron, en estrecha unión humana y cultural, entretener los rigores de la guerra civil que los afectaba, pero que indudablemente produjeron frutos intelectuales apreciables, especialmente en el campo del periodismo y de la poesía.
El espíritu que animaba la Gruta era el ingenio en sus formas de repentismo, improvisación y juegos de palabras. Aún los poetas más serios o más académicos, participaban del humor del momento y producían versos inspirados no por su musa acostumbrada, sino por
el geniecillo de las diversiones lúdicas. Además, las influencias europeas estaban siempre presentes, se escuchaban comentarios de las últimas obras importadas de España y Francia y se trataba de imitar, quizá inconscientemente, las reuniones de los admirados salones franceses y españoles A pesar de que la política se encontraba ausente, siempre el espíritu liberal de la mayoría de sus contertulios estaba presente, y algunos de ellos han considerado a La Gruta, a la luz de ...
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Una de estas patrullas nocturnas encontró a un grupo desprevenido de señores que caminaban por el centro de la ciudad. Eran Julio Flórez y seis amigos. A la voz de "¡alto!", a uno de ellos se le ocurrió inventar, que andaban en busca de un médico de urgencia. Al enterarse de la emergencia, el oficial decidió acompañarlos con su escolta hasta donde el "médico". Una vez allí a salvo, se despidieron de los soldados y, a puerta cerrada comenzaron a festejar con el dueño de casa, quien amablemente los obsequió con bebidas espirituosas. Y los siguió obsequiando por espacio de los tres años que duraron las reuniones de ese grupo de los 8 fundadores, aumentado con otros 50 amigos poetas y escritores que se sumaron a ellos para formar la más nombrada tertulia literaria de la época: La Gruta Simbólica.
La Gruta Simbólica permaneció vigente desde finales de 1900 hasta finales de 1903. Sus sesiones se celebraban en dos salones de la casa No. 203, acera occidental de la hoy carrera quinta de Bogotá, entre calles 16 y 17, ofrecidos por su propietario, Rafael Espinosa Guzmán (REG), quien no solamente los prestaba como sede de La Gruta, sino que atendía los gastos y proveía las necesidades. El epíteto de Simbólica, se debió a la escuela simbolista francesa, que estaba muy de moda en esos tiempos.
Las reuniones de los contertulios de la Gruta Simbólica comenzaban a las ocho de la noche y debido al toque de queda, tenían que prolongarse hasta la madrugada del día siguiente. El grupo de artistas, escritores, músicos o pintores, estaba dispuesto a divertirse con variados programas en ocasiones improvisados. En las actas figuraban las más variadas expresiones de cultura centenarista como: representación
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115 de pequeñas comedias o zarzuelas; concursos literarios o de ingenio; "Procesos"; conciertos o musicalizaciones, y recitales de poesía. Se efectuaron inicialmente en casa de REG y más tarde, en las residencias de algunos de los participantes. Nunca se sesionó en bares ni en cantinas, aunque todos ellos eran asiduos clientes de estos sitios de reunión obligado para nuestra bohemia criolla bogotana. En ocasiones se invitaba público, y al terminar la guerra, pudieron asistir señoras pues las sesiones eran más cortas y menos calurosas.
A Julio Flórez lo encontramos alternando dentro de ese grupo jocoso de poetas. Recitando poesías adoloridas pero también improvisando estrofas fáciles y disparando chispazos verbales, o chistes de doble sentido. Cantando sus propias canciones al son de su guitarra, o sus poesías fúnebres en escenarios preparados con cipreses y lápidas mortuorias que recordaban las visitas nocturnas al cementerio que él comandando a sus amigos, practicaba con frecuencia para visitar los muertos y "gozar" unas horas de la paz del camposanto.
Los escritores que se han encargado de rememorar los anales de la Gruta Simbólica, están de acuerdo en que Flórez fue el líder de ese grupo de poetas, escritores y artistas que mantuvieron en jaque a la sociedad bogotana durante casi cuatro años; que lograron, en estrecha unión humana y cultural, entretener los rigores de la guerra civil que los afectaba, pero que indudablemente produjeron frutos intelectuales apreciables, especialmente en el campo del periodismo y de la poesía.
El espíritu que animaba la Gruta era el ingenio en sus formas de repentismo, improvisación y juegos de palabras. Aún los poetas más serios o más académicos, participaban del humor del momento y producían versos inspirados no por su musa acostumbrada, sino por
el geniecillo de las diversiones lúdicas. Además, las influencias europeas estaban siempre presentes, se escuchaban comentarios de las últimas obras importadas de España y Francia y se trataba de imitar, quizá inconscientemente, las reuniones de los admirados salones franceses y españoles A pesar de que la política se encontraba ausente, siempre el espíritu liberal de la mayoría de sus contertulios estaba presente, y algunos de ellos han considerado a La Gruta, a la luz de ...
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http://picasaweb.google.com/ntcgra/JULIOFLOREZ142Anos22DeMayo18672009#5507499469504694546
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la historia, como un "círculo de oposición" en el cual se gozaba de una completa libertad para ridiculizar el acontecer político del partido conservador del gobierno.
Cuando la política colombiana dio un viraje total con el general dictador Rafael Reyes, cuando fue abolido el "toque de queda" y ya no se justificaba permanecer en vela todas las noches, cuando las chanzas inocentes sobre el gobierno podían tener consecuencias más serias que el pasar unas cuantas noches en la Penitenciaría, entonces ... el grupo se fue disolviendo lentamente. La Gruta Simbólica en sí murió, aunque algunos de sus contertulios continuaron reuniéndose y se unieron a ellos poetas más jóvenes y escritores noveles, que lograron mantener por otros años el espíritu de camaradería que los había caracterizado desde su fundación.
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la historia, como un "círculo de oposición" en el cual se gozaba de una completa libertad para ridiculizar el acontecer político del partido conservador del gobierno.
Cuando la política colombiana dio un viraje total con el general dictador Rafael Reyes, cuando fue abolido el "toque de queda" y ya no se justificaba permanecer en vela todas las noches, cuando las chanzas inocentes sobre el gobierno podían tener consecuencias más serias que el pasar unas cuantas noches en la Penitenciaría, entonces ... el grupo se fue disolviendo lentamente. La Gruta Simbólica en sí murió, aunque algunos de sus contertulios continuaron reuniéndose y se unieron a ellos poetas más jóvenes y escritores noveles, que lograron mantener por otros años el espíritu de camaradería que los había caracterizado desde su fundación.
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4.4. Los Poetas, la Araña y El Chacal.
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4.4. Los Poetas, la Araña y El Chacal.
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"Uno de los aspectos más olvidados de la obra póstuma de Flórez es el político. Julio Flórez fue a los campos de batalla y fue a las prisiones políticas, a los calabozos donde se expiaba el amor a la libertad. Y azotó y marcó indeleblemente con versos de fuego a los verdugos y a los malhechores de una oscura época de nuestra historia".
ARMANDO SOLANO. 1936
ARMANDO SOLANO. 1936
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Tres poemas de los más conocidos de Flórez, produjeron polémicas, suscitaron aclaraciones de varios escritores del momento y levantaron polvaredas de escándalos políticos. Es interesante hoy ver cómo se enlazan, se distienden y se oponen las diversas opiniones que giraron alrededor de la creación de "¡Oh Poetas!", "El Chacal de mi Patria" y "La Araña", esta última publicada con gran éxito en la imprenta de D. Rafael Merchán a principios del siglo.
Ismael Enrique Arciniegas, contemporáneo de Flórez y testigo de la rebeldía política del poeta en contra del gobierno conservador dirigido por el presidente Miguel Antonio Caro, nos cuenta los problemas de “¡Oh Poetas!”, al mismo tiempo que la génesis de “La Araña”: ….
Tres poemas de los más conocidos de Flórez, produjeron polémicas, suscitaron aclaraciones de varios escritores del momento y levantaron polvaredas de escándalos políticos. Es interesante hoy ver cómo se enlazan, se distienden y se oponen las diversas opiniones que giraron alrededor de la creación de "¡Oh Poetas!", "El Chacal de mi Patria" y "La Araña", esta última publicada con gran éxito en la imprenta de D. Rafael Merchán a principios del siglo.
Ismael Enrique Arciniegas, contemporáneo de Flórez y testigo de la rebeldía política del poeta en contra del gobierno conservador dirigido por el presidente Miguel Antonio Caro, nos cuenta los problemas de “¡Oh Poetas!”, al mismo tiempo que la génesis de “La Araña”: ….
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…. Sigue la página 118.
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…. Sigue la página 118.
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EL LIBRO ESCANEADO (en imágenes). En Construcción
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Este texto y documento también se encuentra en imágenes tomadas del libro en el album
http://picasaweb.google.com/ntcgra/JULIOFLOREZ142Anos22DeMayo18672009 dedicado a Julio Flórez que abrimos y venimos ampliando desde Mayo 22 de 2009. La primera imagen de las publicadas corresponde a la número 145 ,
http://picasaweb.google.com/ntcgra/JULIOFLOREZ142Anos22DeMayo18672009#5507490550043821474 y de allí hacia la derecha las otras
EL LIBRO ESCANEADO (en imágenes). En Construcción
"Todo
nos llega tarde ...". Julio Flórez. Biografía. Gloria Serpa-Flórez de
Kolbe. Ed. Planeta. 1994
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Este texto y documento también se encuentra en imágenes tomadas del libro en el album
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Algo más sobre "Mis flores negras":
MIS FLORES NEGRAS: poema musicalizado o canción?
http://cuevas-mohr.blogspot.com/2009_05_01_archive.html
http://cuevas-mohr.blogspot.com/2009_05_01_archive.html
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