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JULIO FLÓREZ
1867 - 1923
Memoria y Homenaje
de NTC ...
en el
de su coronación y muerte
Enero 14 y Febrero 7 de 1923
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Complementaciones al NTC ... blog sobre Julio Flórez,
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LA CORONACIÓN
Enero 14 de 1923
Guillermo Valencia escribió, para la
desgraciada
ocasión, un texto memorable:*
Hermano
en el dolor y en el laurel de Apolo:
Llegan
a mí los ecos de un himno alborozado.
Te
aclaman, no sonríes; te cercan y estás solo,
como un
ciprés en medio de un islote olvidado.
¿Te
acuerdas? Fuiste cóndor cuando mi alondra un día
rompió
a cantar al orto de una fugaz mañana.
Tu voz,
como un incendio mi espíritu envolvía
en las
fulguraciones de la visión pagana.
Yo vi,
sobre los gajos de la triunfal corona,
cruzar
sus redes gráciles la ríspida hilandera,
y tras
el agrio ceño -que tu desdén perdona-,
te vi
sereno al soplo del aura lisonjera.
Miré a
la envidia ciega palpar con yerta mano
el
disco que a sus dedos trajo un azar moroso,
y
estremecerse al tacto del cuño sobrehumano
en que
clisó la Gloria tu gesto prodigioso.
Y vi correr la sangre de tu costado abierto,
y al
resbalar en gotas, brotaban negras flores
que en
pos de ti, los tristes iban -por el desierto-
mezclando
a su siniestra gavilla de dolores.
Tú,
junto al monstruo indócil, mueves el ritmo interno
con el
compás innúmero de férvido oleaje;
yo,
desde un monte aspiro la soledad y alterno
con los
gigantes mudos de bárbaro follaje.
Hoy un
ardiente impulso de afinidad me liga
a ti,
mientras el carro de tu triunfar sonoro
sacude
mis entrañas con la emoción amiga
de
alzar mi canto en medio del subyugado coro.
Bajo
las anchas hojas de fuerte nervadura,
la
cósmica piedad cubre angustia o ruinas,
si
viste los despojos de muerta arquitectura,
o vela
en nuestras sienes el cíngulo de espinas.
Signo
de lo inmortal fue al ario el blanco aroma.
Mas
cifra un lauro esquivo que la existencia vana:
Cuando
al gran Julio quiso divinizarle Roma
ciñóle
en verde gajo la frente soberana.
El
kiosko, ya sin flores, es desgarrada tienda:
las
sombras turba el grito del pájaro ululante.
Borran
marchitas hojas la florecida senda
que
hallamos en los días de juventud fragante.
Tu
libro a nuestras almas es el bruñido espejo
que
deleitó a Narciso doblado ante el raudal,
¡es
grácil mariposa que sobre bocas vírgenes
cruza
libando, y luego por el azul se va!
Es el
altar votivo do rinden por ofrendas
la
ancianidad, recuerdos; la juventud, amor:
¡la copa
que hinchó el lloro de los ensueños trágicos,
la
flecha que va al centro de todo corazón!
Es
gemidor idilio del alma enamorada,
narrado
bajo el soplo de espíritu inmortal,
que
vivirá los ciclos del femenino eterno,
¡corno
el soñar del hombre, como la sed de amar!
Tú, que
temiste un día, tras de la lid sangrienta,
no
doblegar tus sienes al paso del laurel, .
¡alégrate!
¡El más dulce blasón que da la Gloria
es
tuyo! ¡Te han ceñido mil manos de mujer!
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Tomado del Prólogo de:
Julio Flórez. Poesía escogida.
Prólogo y selección: Harold Alvarado Tenorio. Arango Editores, El Ácora editores. 1988
Texto en la contracarátula (imagen enseguida)
Texto en la contracarátula (imagen enseguida)
De los muchos colombianos que conocen y cantan aquello de "Oye; bajo las ruinas de mis pasiones / en el fondo de esta alma que ya no alegras / entre polvo de sueños y de ilusiones / brotan entumecidas mis flores negras", son pocos los que saben que estos versos hacen parte de la obra poética de Julio Flórez (1867-1923), el más importante de los escritores que conformaron, en plena Guerra de los Mil Días, la famosa Gruta Simbólica.
Julio Flórez es quizás el poeta colombiano que con mayor vigor ha calado en los sentimientos de nuestro pueblo. Sobreviviente del romanticismo, admirador de Bécquer y de Víctor Hugo, pugnó por apropiarse de las enseñanzas de los simbolistas. Su poesía, llana y a la vez elaborada rítmicamente, resultó amarga, sombría y en ocasiones incluso macabra, fiel testimonio de un país que al asomarse al siglo XX se encontraba deshecho por las guerras civiles, despojado impunemente de buena parte de su territorio, empobrecido y tiranizado. Combatida literariamente por muchos, la obra de Julio Flórez sigue siendo leída, cantada, vivida.
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